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INSTITUCIONAL

jueves, 7 de abril de 2011

¿Qué nos está pasando?

Como madre y como docente siempre tuve la certeza de que para lograr el desarrollo integral del alumno, debe existir un estrecho vínculo entre la familia, la escuela y la comunidad. Pero observo con mucha tristeza como la brecha entre estos tres pilares fundamentales se hace cada día más amplia.

Nos encontramos ante una realidad ineludible: familias desintegradas por el divorcio, situaciones económicas apremiantes, violencia de todo tipo, inseguridad, abandono, etc. Bajo ese panorama, la escuela debe ser el apoyo de la familia en la tarea de formar niños y jóvenes con valores justos que los conviertan en ciudadanos útiles a sí mismos y a la comunidad.
Familia y escuela deben inculcar valores. Valores como el respeto, la honestidad, la paz como objetivo, la paz como herramienta y el cumplimiento de las obligaciones adquiridas, por mencionar sólo algunos. Pero ¿Cómo puede un maestro enseñar valores de conservación del ambiente, cuando los niños ven a sus padres arrojar basura a la calle? ¿Cómo puede inculcar el valor de la verdad, si en casa, al sonar el teléfono se le dice que diga una mentira tan simple como: “Si es Fulano, decile que no estoy”? ¿Cómo puede sustentar el valor del respeto si un padre, ante ciertas tareas, dice frases como “Tu maestra se volvió loca, le voy a bajar los dientes”? Difícil no?...
El niño es reflejo de lo que aprende y si justificamos las conductas inapropiadas, el incumplimiento de las normas y el irrespeto a la autoridad, estamos contribuyendo a que en un futuro cercano, tengamos una sociedad totalmente anárquica, irreverente y fuera de control.
El mundo pasa por momentos difíciles, en lugar de discrepar, debemos unirnos para reforzar el discurso de la verdad y el respeto mutuo. Tenemos que integrar familia, escuela y comunidad como base de partida para el estudio y la solución de los problemas de conducta y valores en los niños, asumiendo conscientemente las responsabilidades y el ámbito de influencia de cada entidad.
Es urgente hacer un sincero análisis de cómo estamos utilizando los medios que tenemos disponibles: ¿Para beneficio y protección del menor o para deformarlo y robarle los valores esenciales como futuro ciudadano?.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Coincido plenamente con vos. La crisis de valores es un hecho y ser docente hoy un verdadero desafío.
Me gustaría volver a los valores de nuestros abuelos: PALABRA, RESPONSABILIDAD Y HONESTIDAD.
Besos
Andrea

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