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INSTITUCIONAL

viernes, 8 de octubre de 2010

Explicar lo inexplicable

Nacer de nuevo

Una pareja de mellizos se está gestando en el vientre de su madre. Comparten allí nueve meses de maduración y de crecimiento. Es un ambiente ideal: no hay frío ni calor y todo es agradable. No se pasa hambre ni hay dolor; es un tiempo de bienestar.

De pronto, se cumple el plazo del embarazo, y unos extraños movimientos empiezan a producirse. Contracciones y dolores de parto. El primero de los hermanos se ubica en la puerta de la vida.

Pero ellos no lo saben; si pudieran pensar, creerían que es la muerte; que la armonía de ese tiempo compartido se termina, y que nunca más volverán a verse.

Quien permanece unos minutos más, que parecen eternos, en el vientre de su madre, percibe que su hermano ya no está.

Sin embargo, del otro lado, unos brazos cariñosos lo reciben y le dan afecto y calor, lo llenan de besos y lo alimentan de su propio cuerpo.

Al rato, se produce el otro nacimiento y los hermanos vuelven a encontrarse en el mundo.

No obstante, ésta no es una explicación para entender la muerte, se le asemeja bastante. Compartimos la vida no ya nueve meses, sino un tiempo que, para cada uno, es diverso. En un período que, si bien es de maduración y crecimiento, no es de plena armonía y sin dolor.

Cuando se producen los "dolores de parto" y vemos que un hermano se va, a veces, no descubrimos que está a la puerta de la vida.

Del otro lado, lo esperan otros cariñosos brazos que lo reciben con amor y lo alimentan de su propia vida. Quienes quedamos un tiempo más en el vientre del mundo, a veces, no percibimos lo que nos enseñó nuestra creencia.

Cuando vivimos la muerte de un ser querido, su nuevo nacimiento, se puede percibir que él estaba recorriendo ese camino. No es un consuelo para conformarnos. Es una realidad que deberíamos profundizar, nada más.

Los partos duelen, pero traen consigo la alegría del nacimiento. Con la partida de un ser querido, tenemos la certeza de que ha nacido a la vida nueva.

Maivé recorrió su infancia en las aulas de nuestro colegio.

Hasta siempre princesita hermosa...
La Comunidad Educativa del Instituto Monseñor está de duelo.

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