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INSTITUCIONAL

lunes, 3 de mayo de 2010

DISTORSIONES COGNITIVAS

Por el Licenciado Martín Berasain

Las distorsiones cognitivas son formas identificadas de errores al procesar la información. Cumplen un papel fundamental en la psicopatología, ya que los modos erróneos de pensar y razonar, provocan y sostienen las perturbaciones emocionales.

Las distorsiones cognitivas determinan creencias no adaptativas a las demandas del entorno y de la propia persona; y hacen fallar en el manejo racional de la información proporcionada por la realidad. Estas distorsiones llevan a pensamientos, acciones y emociones ineficaces, que deben ser reestructurados.

Las percepciones distorsionadas que realiza el paciente acerca de sí mismo, del mundo y del futuro, lo llevan a desarrollar y sostener fobias, depresión, problemas de autoestima, obesidad, trastornos de ansiedad, obesidad y trastornos alimentarios, etc.

En el curso de la terapia cognitiva conductual, debe esclarecerse para el paciente, que la percepción del mundo -suya- es una de las formas posibles; pero que puede haber formas alternativas más eficaces. Por ello, es importante desarrollar pensamientos y formas alternativas frente a las situaciones y problemas de la vida real. Entendiendo que la terapia debe ayudarle a descubrir y construir soluciones.

Las distorsiones cognitivas son:

1) Pensamiento todo o nada. Consiste en interpretar los eventos, situaciones y personas en términos absolutos. Se evidencia en el uso de palabras como “siempre”, “nunca”, “todos”, “nadie”, y en la visión blanco/ negro. Las distorsiones cognitivas no definen a una persona, sino a un error periódico y sistemático de pensar y razonar. Es equivocado cuando la persona con impulsividad y/ o descontrol alimentario dice “yo sé que para adelgazar tengo que cerrar la boca y dejar de comer”. Sería correcto decir que esa persona está pensando y tiene una tendencia modificable a evaluar esos elementos de la realidad de manera no polarizada (“comer o no comer”). La visión polarizada es la tendencia a dividir la realidad en polos opuestos, lo cual la torna muy reducida y está presente en la mayoría de los trastornos psico emocionales. Consiste -en parte- en la dificultad para encontrar los grises.

2) Sobregeneralización. Tomar casos aislados y generalizar su validez para todo. Sacar conclusiones globales, generales y totales de uno o más hechos parecidos. En el saber popular un dicho atestigua la vigencia de esta percepción generalizadora. “Para muestra hace falta un botón”. Hay otros ejemplos clásicos de generalización excesiva: “Todos los hombres o las mujeres son iguales”, “Me va mal en el amor”.

3) Filtro mental (o abstracción selectiva). Consiste en enfocar selectivamente ciertos aspectos negativos y perturbadores de un evento o persona, excluyendo otras características neutras o buenas. Focalizo en un aspecto atencionalmente significativo y me centro desde ahí en al percepción de la realidad. “Juan es un egoísta porque la vez pasada no me invitó a una reunión” (Aunque me haya invitado muchas veces).

4) Descalificar lo positivo. Echar abajo experiencias, eventos y situaciones positivos por razones arbitrarias y tendenciosas. Es el caso de alguien que realiza un programa “racional” para bajar de peso y le suceden dos acontecimientos. Por un lado, puede haber perdido 3 kilos de grasa en un mes (en vez de haber subido 4 o más), y dice que es poco en función de que quisiera bajar 20 kilos. Dicha manera de razonar acerca de la realidad, puede afectar la perseverancia para continuar con dicho tratamiento para la obesidad. Siendo que, en virtud de un uso razonable de la lógica, podría pensar que bajar tres kilos en un mes es demasiado, porque seguir ese ritmo en 12 meses le llevaría a perder demasiados kilos, y considerar que bajar esos kilos de manera brusca le quitaría salud y fortaleza total.

5) Sacar conclusiones con mínimas pruebas. Asumir algo negativo cuando hay mínimas pruebas o apoyo empírico suficiente para ello. Subtipos: a) Lectura de pensamiento: Presuponer los intereses de otros. “Sé que no me quiere. Lo veo en sus ojos”. b) Adivinación: Predecir o profetizar el resultado de eventos antes de que sucedan. “Me va a ir mal en el examen o en la tarea que emprenda”. La desventaja de este modo de razonar es que no voy a centrarme en ninguna acción mía que pueda cambiar ese “destino inevitable”, y pierdo automáticamente cualquier análisis para definir las conductas más apropiadas. “No puedo porque siempre ha sido así, las veces que intenté resolverlo no lo logré; por lo tanto deberá ser así”. Como se ve, ahí estoy adivinando el futuro concluyendo arbitrariamente resultados imaginarios, por eventos que no han sucedido.

6) Magnificación y minimización. Sobreestimar y subestimar la manera de ser de eventos, circunstancias y personas. Subtipo habitual: Catastrofización: Imaginarse y rumiar acerca del peor resultado posible, más allá de su probable ocurrencia. Esta distorsión se relaciona con la tolerancia a la frustración. Pensar que la situación desagradable es “insoportable y tremenda” cuando en realidad es muy incómoda. Supongamos que tengo determinada expectativa acerca de un suceso -“seguir con mi pareja”- y el mismo no ocurre como lo esperado. “Nada vale la pena en la vida, ni me resultará gratificante” (Ahí se ve una forma tremendista de tomar un resultado muy adverso, generalizándolo a la totalidad del tiempo).

Minimizar es otra forma inadecuada de evaluar y percibir ciertos eventos reales. Le quito importancia a una tarea que debo realizar o a un problema que merece mis esfuerzos y mi voluntad para ser afrontado y superado. Pongamos por caso la persona que tiene una enfermedad del tipo diabetes, hipertensión, cardiopatía, úlcera, obesidad, tabaquismo –cualquier otra-, y no le da la importancia cabal que la misma merece al igual que su propia vida. No nos olvidemos que de acuerdo a las jerarquías de valores que tengamos, será la forma en que actuemos y los tipos de resultados que provoquemos en el tiempo. Y cómo nos cuidemos ( ! ).

7) Razonamiento emocional. Consiste en formular juicios categóricos basándome en “cómo me siento” y “qué siento” (emoción, sensación). “Siento que no puedo con esto, por lo tanto no puedo” “Siento y creo que estás enojado conmigo, porque se me ocurre”.

8) Debeísmo: Concentrarse en lo que uno piensa que “debería” ser, en lugar de ver que las cosas son como son. Consiste además, en manejarse con reglas rígidas puestas por otros, que no necesariamente están adaptadas al contexto situacional. Esta distorsión impide afrontar los cambios de la vida actual con optimismo y con agilidad. “Se supone que alguien como yo no debería tener relaciones íntimas antes de casarse”

9) Etiquetado o rotulación. Esta distorsión se relaciona con la sobregeneralización. Es asignar un nombre global o rotulación, en vez de describir la conducta precisa observada, objetiva. La etiqueta suele ser absoluta, inmodificable o prejuiciosa, e intenta definir un proceso dinámico complejo, como si fuera una cosa simple. En lo social vemos que se habla de los judíos, los negros, “los otros, distintos a uno”. No considero válidos esos prejuicios étnicos, sino absurdos. Como psicólogo pienso que, en parte, se relacionan con la capacidad de ver a las personas como cosas negativas y de autocondenarse globalmente. “Soy un gordo”. El etiquetado supone esencias inmodificables y no procesos en transformación. “Soy un desastre”

10) Personalización. Asumir que uno mismo u otros han causado cosas directamente, aunque no sea realmente así. En uno mismo puede producir culpa y ansiedad “Siento que si empiezo a pensar en mí y hacer cosas por mí mismo, mis seres verdaderamente queridos van estar muy mal y les haré un daño incalculable”. Si tiendo a personalizar en los demás me produce ira y ansiedad persecutoria. “Todas estas cosas que está haciendo fulanito, estoy seguro que está haciéndolas para perjudicarme, por tanto le tengo odio y rencor”.

Estos ejemplos de distorsiones cognitivas tienen sentido si se los considera en estrecha relación a los detalles y a las situaciones reales de un individuo y de una vida. Son esqueletos de razonar, que solo se incluyen al interior de una persona en transformación.

Uno de los objetivos de las terapias cognitivas conductuales –con amplia validación y evidencia empírica- es modificar los modos personales de percibir la realidad en los aspectos cognitivamente disfuncionales. Para cambiar las distorsiones cognitivas se busca el diálogo terapéutico, el modelado a través de la psico educación, así como la práctica de hábitos cognitivos nuevos, y tareas realizadas para poner en cuestión las viejas creencias.

Mediante la terapia cognitiva conductual se intenta estimular al paciente a alterar los esquemas de pensamientos desordenados, y que se vea a sí mismo y al mundo de manera más relista. Cuando decimos “realista” nos referimos a: mejor adaptado a los requerimientos y circunstancias del mundo exterior, a su desarrollo y plenitud. Sin que los eventos le impliquen un monto de perturbación emocional con costo para su bienestar.

Se alienta al paciente a cambiar las autoafirmaciones rígidas e irracionales por creencias y autoafirmaciones más adaptadas y eficaces.

Se le ayuda a identificar las emociones dolorosas (ira, ansiedad, angustia, desesperanza, tristeza) en la medida en que causan estados perturbados. Señalar los estilos de pensamientos disfuncionales es una tarea de la terapia cognitiva. Se trata de impulsar en el paciente formas de observar la realidad y las situaciones de maneras alternativas y realistas.

“No son las cosas las que nos afectan sino lo que pensamos de ellas” (Epícteto)


Psicólogo Martín Berasain

TERAPIA COGNITIVA

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