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INSTITUCIONAL

sábado, 8 de mayo de 2010

Sobre la ternura...

Una nota del face para compartir...( actualizo hasta tener listo lo de San Bernardo)


Estamos acostumbrados a reivindicar y opinar sobre los grandes derechos de la vida pública: libertad, trabajo, vivienda, educación, sufragio, sanidad… Pero no hablamos casi nunca de los derechos de la vida cotidiana que están confinados a la esfera íntima. Derechos no menos importantes, no menos necesarios. A esta categoría de derechos relegados, casi vergonzantes, pertenece el derecho a la ternura.
“Perdón por la debilidad”, decimos cuando nos emocionamos en público.
Creo que el derecho a la ternura es una respuesta a una necesidad imperiosa de los individuos. No me refiero sólo a los niños y a las niñas (a quienes por supuesto y en primerísimo lugar me refiero) sino a todos los seres humanos, incluidos los sapientísimos y poderosísimos varones que nos bendicen y gobiernan.
Algunos obstáculos dificultan el desarrollo de este derecho. El primero es nuestra concepción del mundo como un campo de batalla.La reflexión sobre la ternura nos pone de cara ante el tremendo problema del maltrato, de la intolerancia, de la violencia y del odio tan extendidos en nuestra sociedad. Hemos sido educados para la competitividad, para la lucha, para la defensa, no para la ternura.
Apena el mundo sin ternura. Cuenta Eduardo Galeano esta hermosa historia en su libro ‘Bocas del tiempo’:
“Cuando Mariana Mactas cumplió seis años, algún vecino de Calella de la Costa le regaló un pollito azul (…). Mariana lo bautizó con el nombre de Pérez. Fueron amigos. Pasaban horas charlando en la terraza, mientras Pérez caminaba picoteando migas de pan. Poco duró el pollito. Y cuando llegó a su fin esa breve vida azul, Mariana se sentó en el piso, como para no levantarse nunca. Con la vista clavada en una baldosa, comprobó:
–Apena el mundo sin Pérez.

"a muchos condena el hambre de pan, y a muchos más condena el hambre de abrazos"

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